The American Dreamer

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El Poeta veneçolà Miguel Ángel de Lima (Caracas, 1963), amb qui vaig passar ahir la tarda, em passa aquest petit compte escrit a cops de destral. 

The American Dreamer

 Ella dijo ven conmigo, mi padre es granjero en St. Louis, Missouri,  farmer dijo, en su cuidado acento del Vanderbilt college.
Los campos plenos de mazorcas, cada grano de maíz disolviéndose en mi boca y no en las terribles factorías de la Kellog’s. Mi camisa vaquera bajo el rústico overol, mi extraño inglés con acento del sur (un cursito de algunos meses en un pueblo olvidado de Arkansas…).
 Go, go to Missouri, insistía ella vehemente, dejando a un lado la flema de sus ancestros de Manchester. I come from Alabama with my banjo on my knee, le canté entre risas a mi hermosa gringa desmelenada. Yo soy Tom Sawyer, soy el guardián entre el centeno, soy el gran sueño de la tierra de los brazos abiertos.
  I am the american dreamer.

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 Para mí las gigantescas sequoias  de California, el pelaje de los bisontes, el salto de los leones marinos en Fisherman’s wharf. Para mí la risa del gordo Hoss en Bonanza, el viento en las faldas de Marilyn, la trompeta de Satchmo en el barrio francés, una línea de hit en el Yankee Stadium. Yo recorrí el vasto sur con Faulkner –todavía retumban en mis oídos los cañones de los confederados- mientras penetraba a las negras en las frías barracas de las plantaciones de algodón. Los mejores años de mi vida los dediqué a la pesca del salmón en los peligrosos ríos de los bosques del  Atlántico, cuántos veranos entregados a encontrar nuevos pasos al Oeste más allá del territorio Cheyenne.
 Go, go to Missouri, resuena su voz en mi mente cansada.
 Para mí toda la cocaína de las discotecas de Chicago, el grito de los trombones en Brooklyn, la fuga de los ilegales en Laredo. Para mí un ramo de flores en la zona cero, tu beso en un banco del Central Park. Todo tu amor para mí, que robé el vestido de Lewinsky con el semen de Bill, que trafiqué con pieles de castor en 1700, que me lancé a la conquista del espacio, que soy un triste marine en el infierno de Irak.
 Come with me to Missouri, me dijo de nuevo entre lágrimas, mientras yo me disolvía en la multitud de aquel atestado aeropuerto de Memphis.
 Go, go to Missouri vuelvo a escuchar hoy entre risas, treinta grados a la sombra, hace tiempo que no llueve, mientras me sacan a patadas –pobre, viejo y borracho- del bar “Los Tres Hermanos”, en este miserable barrio en las afueras de  Cumaná…

Barcelona, 12/12/2007

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